Cocina de Templo Coreana: Donde el Budismo y la Gastronomía se Encuentran
- Juan
- 9 feb
- 3 Min. de lectura

En las montañas brumosas de Corea del Sur, entre templos centenarios y bosques de pinos, se gesta una tradición culinaria que trasciende el acto de comer: la cocina de templo budista (sachal eumsik). Más que un estilo gastronómico, es una práctica espiritual arraigada en principios como la armonía, la moderación y el respeto por la vida. En el corazón de esta tradición emerge una figura revolucionaria: Jeong Kwan, una monja seon (zen) cuyo enfoque meditativo y creativo ha redefinido la gastronomía vegetal a nivel global.

Los Pilares de la Cocina de Templo
Vegetarianismo Ético
Sin productos animales: Ni carne, lácteos ni huevos, evitando dañar cualquier ser vivo.
Exclusión de los "cinco picantes": Ajo, cebolla, cebollín, puerro y chalote, considerados perturbadores de la mente meditativa.
Armonía con la Naturaleza
Ingredientes locales y estacionales: Hierbas silvestres, verduras de montaña, hongos y raíces recolectadas en los alrededores del templo.
Cero desperdicio: Técnicas ancestrales de fermentación (kimchi sin pescado, doenjang), secado y encurtido.
Simplicidad Consciente
Sabores puros: Sin aditivos artificiales, resaltando la esencia de cada ingrediente.
Presentación estética: Los platos se sirven como ofrendas visuales, reflejando equilibrio y gratitud.
Prácticas Espirituales
Balwoo Gongyang: Ritual de comer en silencio con cuencos individuales, cultivando mindfulness.
Gratitud: Cada bocado es un acto de conexión con la tierra y los seres que hicieron posible la comida.

Jeong Kwan: La monja budista de los Sabores Ancestrales
De la Ermita a Netflix: Un Camino de Luz
Jeong Kwan, residente en la ermita Chunjinam del templo Baegyangsa, no es una chef convencional. Sin formación culinaria formal ni restaurante, su cocina nace de un huerto orgánico que cultiva con sus manos y de una filosofía budista que guía cada uno de sus actos. Su fama llegó en 2017, cuando el episodio de Chef’s Table de Netflix reveló al mundo su arte: platos que son poesía visual y espiritual, creados con ingredientes humildes pero transformados por técnicas milenarias.

El Jardín como Templo, la Fermentación como Oración
Autosuficiencia radical: Todo lo que cocina proviene de su jardín, donde practica una agricultura más allá de lo orgánico. "No cultivo plantas; cultivo relaciones", dice.
Fermentación ancestral: Elabora salsas de soja añejadas por décadas, miso y kimchi sin pescado. Para ella, estos procesos son un diálogo con el tiempo:
"Al fermentar, revivo la sabiduría de mis antepasados. Soy yo en el pasado, presente y futuro".
Filosofía: Cocinar sin Ego, Crear sin Ataduras
Jeong Kwan rechaza las etiquetas de "chef" o "innovadora". Su cocina es una extensión de su meditación:
Libertad creativa:
"La creatividad y el ego no pueden ir juntos. Si te liberas de la mente comparativa, tu ingenio brota como agua de una fuente".
Conexión con lo divino:
"Preparo comida como una meditación. Cada ingrediente tiene un alma; mi rol es ayudarlo a brillar".

Influencia Global: Puente entre lo Sagrado y lo Gourmet
Jeong Kwan ha inspirado a chefs estrella como:
René Redzepi (Noma): Admirador de su conexión íntima con los ingredientes.
Mingoo Kang (Mingles, Seúl): Integra sus técnicas de fermentación en platos modernos.
Éric Ripert (Le Bernardin, NY): Budista devoto, la invitó a cocinar en Nueva York, donde sus platos —comparados con los de Noma o Benu— dejaron boquiabiertos a críticos.
Eric Ripert resume su impacto:
"Ella me enseñó a respetar el presente, los ingredientes y a poner energía positiva en la comida. Esa es su grandeza".
Enseñanzas para un Mundo Hambriento de Sentido
Más que recetas, Jeong Kwan comparte una visión del mundo:
Clases en universidades: Sus lecciones mezclan horticultura, filosofía y cocina.
"No quiero enseñar a cocinar; quiero unir al mundo a través de una comida feliz".
Sostenibilidad y comunidad: Demuestra que la autosuficiencia y el respeto ecológico son viables, incluso en la era moderna.

Un Legado que Alimenta la mente
La cocina de templo coreana, encarnada por Jeong Kwan, no es una reliquia del pasado, sino un faro para el futuro. En un mundo obsesionado con la velocidad y el consumo, su mensaje resuena con fuerza: la comida puede ser un acto de amor, un puente entre generaciones y una herramienta para la paz interior.
Como dice Jeong Kwan al final de su episodio en Chef’s Table:
"Les deseo una vida saludable y feliz. Gracias".
En sus manos, un plato de kimchi o un cuenco de arroz se convierten en recordatorios de que, cuando cocinamos con consciencia, alimentamos no solo el cuerpo, sino el espíritu de la humanidad. 🌱🍚✨

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